Pichincha es la provincia donde las mujeres tienen el menor número de hijos


Según los resultados del Censo de Población, desde el 2023, la población es más vieja y se reproduce a una velocidad menor.

Hace 50 años, la tasa de fecundidad era elevada en Ecuador. Las familias tenían un promedio de 6,07 hijos hasta la década de los 70, mientras que para el 2024 la cifra bajó radicalmente a 1,79, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

El número es aún más bajo en Pichincha, donde las estimaciones señalan que el promedio de hijos nacidos vivos por mujer es de 1,4, convirtiéndola así en la provincia con la menor tasa de fecundidad del país.

Otras como Imbabura, Tungurahua, Cotopaxi y Galápagos también están bajo la media, con un promedio de 1,7 hijos.

En cambio, las provincias con mayor tasa de fecundidad son Morona Santiago y Orellana, ambas con 2,6, seguidas de Pastaza, Napo y Esmeraldas, con 2,3.

Promedio de hijos nacidos vivos por mujer
1,4
2,6

Para Wladimir Sierra Freire, decano de la facultad de Ciencias Humanas de la PUCE, la disminución de este indicador es una tendencia global. Ocurre en sociedades altamente desarrolladas como Japón, luego en Europa y «hasta en países como China, que eran pródigos en natalidad», recuerda.

Según los resultados del Censo de Población, desde el 2023, la población del país es más vieja y se reproduce a una velocidad menor.

Para el especialista Sierra, el factor de fondo es económico y tiene que ver con la mano de obra. «En sociedades agrarias, la reproducción era positiva para el trabajo y la generación económica (…) En la era industrial, los obreros tenían que producir muchos hijos para que haya un recambio», explicó.

Sin embargo, en la sociedad digital actual, la reposición de la fuerza laboral ya no es tan importante debido a la incorporación de la inteligencia artificial y otras tecnologías.

A ello se suma un «cambio de la composición etaria». Según Sierra, la visión social de la vejez ha cambiado, al igual que las condiciones sanitarias, y hoy una persona puede llegar a los 65 años en un estado físico considerablemente mejor que su padre o su abuelo.

«Hoy hay espacios de distracción que nos permiten seguir sintiéndonos jóvenes: discotecas, deportes, estudios para este tipo de población. Esto crea en el adulto la expectativa de una disminución de su edad»

El experto explicó que es por esto que hoy una persona de 40 años se sigue considerado joven y no tiene problema en llegar a esa edad sin una familia, pues considera que «aún tiene tiempo». Además, ya no ven a una pareja o hijos como sinónimo de madurez o estabilidad; estos roles hoy son desplazados por un trabajo y un domicilio propio.

La migración es otro fenómeno que ha afectado a la dinámica poblacional ecuatoriana, según en INEC. Y Wladimir Sierra está de acuerdo con que la ausencia de los padres, poco a poco, ha ido eliminando del imaginario de los jóvenes el ideal de una familia.

«Muchos niños se quedan al cuidado de sus abuelos u otros familiares que no solventan sus necesidades emocionales (…) si no te crías con padre y madre, no vas a crear un imaginario de que ‘esa es la familia que quiero tener’ y provocan una ruptura generacional»

Para el especialista, la situación podría cambiar si los países revalorizan la importancia de tener una familia antes que promover incentivos económicos para quienes opten por familias numerosas, como ya ocurre en Europa. Y se deberá trabajar para que en el horizonte de los jóvenes vuelva a aparecer el deseo de maternidad o paternidad, que hoy incluso se suple con mascotas. E.V.

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