Hay trajes históricos del siglo XVI hasta bordados recientes que recibe como ofrenda.
El museo de nuestra señora de El Cisne guarda y exhibe una colección de vestidos de la Virgen, que forman parte de su tradición y de la romería que cada agosto la lleva hasta Loja. Abierto en 1 980, este espacio reúne más de 2 500 trajes, de los cuales cerca de 40 se muestran en rotación en vitrina.
Hay piezas antiguas, incluidos algunos de los primeros que vistió la imagen desde 1 594, así como atuendos representativos de pueblos como Saraguro, Shuar o de Montubios, y bordados contemporáneos que siguen llegando como ofrendas de los devotos.
Victoria Zumba, visitante de Cuenca, cuenta su experiencia:
“Visitando llena de alegría, de felicidad verla a ella, las ropitas, las vestimentas, los aretes, de todo… una maravilla”.
Mientras permanece en la Basílica, la imagen de la Virgen cambia de atuendo cada tres o cuatro días. Durante la Romería, su ropa se renueva en cada tramo y nuevamente al llegar a cada localidad, cuando pasa de su traje de viajera al de reina.
“Ella va a cumplir 431 años desde el mismo momento que tiene su presencia aquí en el santuario, ya tiene esa característica de vestirla y de ir renovando sus vestidos”.
El tiempo y el costo de confección varía según los materiales y el diseño: desde USD 450 hasta USD 650 para trajes estándar, y hasta USD 2 000 para los más elaborados, con hilos finos, aplicaciones de oro y dedicatorias especiales.
Alba Sánchez, artesana con 35 años de experiencia en ropa sacra, confeccionó el vestido que la Virgen lucirá al llegar a Loja este año. Con precisión y cuidado, trabajó durante 10 días para terminarlo.
“Aunque la tela ya viene fabricada así, con flores en 3D y lentejuelas, el hecho de ponerse a trabajar, cortar y coser toma bastante tiempo, porque hay que hacerlo con mucha delicadeza.”
Así, cada agosto, la virgen del Cisne avanza en su camino hacia Loja, y junto a ella viaja también la historia de cada uno de sus vestidos.