La Fiscalía de Chile afirma que en su capital opera una banda criminal de ecuatorianos y venezolanos llamados Los Ñaños. Sus integrantes son acusados por un secuestro y un sicariato.
Ricardo Villón, Joanna y Moisés Cedeño, tres ecuatorianos que son padrastro, madre e hijo entre ellos, fueron capturados a mediados de agosto en Santiago de Chile por formar parte de una banda criminal.
Esa agrupación, también conformada por venezolanos y que se dedica a cometer asesinatos a sueldo, es llamada Los Ñaños, aseveró la Fiscalía de Chile.
Los tres detenidos son acusados por el secuestro y ataque armado contra un adolescente ecuatoriano, y son vinculados al sicariato de un comerciante chileno conocido como el «Rey de Meiggs».
Aquel crimen ha ganado atención mediática en la nación araucana, pues está investigado como autor intelectual un dueño de negocios de comida que era su amigo y porque los sicarios contratados para su muerte son de nacionalidad venezolana.
Los tres ecuatorianos son asociados a esa muerte violenta, ocurrida el 19 de junio, porque una de las armas que fue usada para ese fin es la misma que fue empleada contra un menor de edad, nueve días después.
Concretamente, Villón, conocido con el alias de Tío Lukas, es indagado como el facilitador de las armas que dieron muerte al Rey de Meiggs, reportó T13. Las recuperó posteriormente mediante un hombre venezolano, que también fue detenido.
Un balazo por negarse a formar parte de la banda
El adolescente ecuatoriano, víctima del secuestro cometido por la Banda Los Ñaños, narró que fue privado de libertad por cerca de una hora y amarrado en sus manos y pies.
Fue raptado cuando estaba reunido con su conocido, Moisés Cedeño. Según indica Diario La Tercera, el joven contó que, cuando lo metieron a un vehículo, le habían exigido que debía «copiar» y colaborar.
Después lo ingresaron a un inmueble para seguir amenazándolo. “Comenzaron a decirme cosas similares a las que me decían en el vehículo, entendiendo que querían que trabajara para ellos, todo esto con amenazas de muerte a mi familia, que los iban a matar y a mí también si no les colaboraba», relató.
Ante su negativa, le dieron un tiro en la pierna izquierda a la altura de la canilla con una pistola. Para silenciar el balazo, colocaron una almohada blanca entre el arma y su pierna.
Los propios secuestradores lo abandonaron en una calle e instaron que diga que había sido asaltado.